Crítica – ÚLTIMA EXPERIENCIA «Eléctrica»

por

Ultima Experiencia-ElectricaGénero: Rock
Sello: Warner

8 / 10

El trío madrileño compuesto por Miguel Ángel Ariza (guitarra y voz), José Alberto Solís (bajo) y Carlos Lahoz (batería) edita su segundo elepé, una colección de diez perlas de blues pantanoso y retro-rock cultivado en barrica que arranca por bulerías de protesta cañí con una marcada estética urbanita a lo “Blade Runner”.

De la mano del reputado productor Eugenio Muñoz (Rosendo, Siniestro Total, Los Enemigos, Def Con Dos…) Última Experiencia suben un escalón en los Estudios Box, después de haber experimentado el cuasi nirvana de la mano del mítico Eddie Krammer (legendario ingeniero de sonido y productor de leyendas del calado de Jimi Hendrix, Kiss, Mott The Hoople, Peter Frampton, Foghat, Triumph, Robin Trower, y un largo etcétera) en un single en vinilo (a la vieja usanza, con una canción en cada cara) que titularon “Kramer Sessions”. Luego alumbrarían el EP “La oveja negra” y ahora acarician este segundo plástico en formato largo. Siempre que les escucho me queda la duda si estamos ante una banda indie, un combo de rhythm&blues o una formación de retro-rock setentero, con marcadas influencias Zeppelinianas.

En ese terreno de nadie, en las tierras pantanosas de la indefinición se mueven como pez en el agua, chapoteando en una charca demasiado contaminada de nostalgia de tiempos mejores, los dorados años del grand rock. Consideraciones sonoras aparte, en este álbum se marcan algunos alardes dignos de tener en cuenta, como esas dos puñaladas: “Mi guitarra y el blues”, con la que cierran el trasiego y “Song for Peter” (dedicado a la memoria del genial Peter Green), que podrían haber suscrito los mismísimos Robert Plant, Jimmy Page, John Paul Jones y John Bonham.

Conviven en buena armonía con otros cortes algo más frívolos como “Verano” o “La vida pirata”, con tonadas introspectivas que desnudan relaciones: “La del adiós”, “Vivir sin ti”, “No quiero tu amor”, jugando al despiste, practicando “El escondite inglés” y con ese “Blus cañí”, cañero a tope en su denuncia, que abre un disco sobrado de intención y que les puede granjear el ascenso a la primera división del blues-rock en la lengua de Cervantes, amén de hacerles protagonistas en numerosos festivales a lo largo y ancho de la geografía de nuestro país. “Esta perfecta opresión que se ha llevado a cabo de manera enmascarada, no les importa mi color para ellos solo somos marionetas de la misma raza… nos han encadenado a base de mentir, cautivos y desarmados sin una guerra civil”. Para enjuagar la amargura del corrompido sistema que nos desgobierna nada como atender a “La vida es sueño”, una perla Calderoniana que nos invita a desplegar las alas y disfrutar del viaje. Neones luminosos (para confundirnos entre la multitud) y blues a flor de piel, que más se puede pedir. “Eléctrica”, un disco que no tiene desperdicio.

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