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LITTLE HURRICANE, en Boite Live

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litelLos norteamericanos construyen su dinámica de blues sucio en cada canción del disco, pero insuflan cada una de impredecibles y fantasmales efectos y caricias, de ritmos unas veces cadenciosos y otras frenéticos. La batería de C.C. pasa de golpes tormentosos a redobles vigorizantes y delicados, mientras la guitarra de Tone acompaña pesados riffs con el twang del bluegrass y bellos fraseos y solos. Ambos demuestran sus influencias, desde el impacto que el ‘In-A-Gadda-Da-Vida’ de Iron Butterfly causó en una C.C. de apenas diez años cuando su padre le regaló el álbum y decidió que quería ser batería, hasta el pasado hippy de los padres de Tone, que le educaron con las canciones de Van Morrison hasta que en la escuela secundaria se colgó una guitarra para militar en varias bandas de post-punk. Tone ha trabajado también como ingeniero de sonido para artistas tan diversos como Gwen Stefani o el bajista de Led Zeppelin, John Paul Jones.

Su compromiso con lo orgánico y sobrio de su sonido se hace evidente en las actuaciones de la banda, quienes ya han pasado por plazas tan importantes como Lollapalooza y Austin City Limits. Una desnudez amplificada que convierte al dúo en una bella pero brutal energía, incluso en los arreglos más melódicos. Ásperos y honestos, Little Hurricane son simplemente una banda de rock’n’roll.

Para la grabación de su segundo álbum, Golden Fever (Death Valley Records, 2014), el dúo de blues con base en San Diego, California, Little Hurricane, desechó la idea de hacerlo cen un estudio y alquiló una pequeña casa del siglo XIX utilizada para empaquetar manzanas y situada en un viejo pueblo minero. Durante dos semanas, el cantante y guitarrista Tone Catalano y la batería y vocalista C.C. Spina se pusieron cómodos junto al equipo ‘vintage’ prestado por un viejo amigo que había sido utilizado en sesiones de grabación de leyendas como Deep Purple y Grateful Dead. Sudando con el calor del verano, sin aire acondicionado y visitados frecuentemente por tarántulas, pavos, ciervos y otras criaturas locales, pronto se encontraron llevando su disco por vibraciones pantanosas y etéreas que capturaban el espíritu de los rincones más extraños y salvajes del sur de California.

Como continuador de Homewrecker (2011), su nuevo disco amplía los horizontes de blues de raíces de su predecesor con una forma de contar historias muy influenciada por la ‘americana’, una facilidad pasmosa para fabricar melodías refrescantes y una amplia paleta de sonidos. Con texturas ricas y rugosas, el disco toma mucha inspiración de las frecuentes escapadas de Tone y C.C. al desierto y su pasión común por los lugares “donde la gente excéntrica va para escapar del resto del mundo”. En el sonido de su segundo disco es también esencial la acústica del espacio donde fue grabado, esa casa de gruesas piedras y repleta de cientos de libros olvidados en la localidad de Julian, California, así como el equipo analógico utilizado. “Es el mismo equipo que hacía que todas aquellas bandas sonaran tan increíblemente bien en los 60 y los 70 y realmente nos ayuda a equilibrar las cosas respecto a la tecnología moderna que en ocasiones utilizamos”, afirma Tone, reconocido melómano, que también ejerce de productor en su nuevo disco.

Formados en 2010 y reconocidos como una banda explosiva en directo, Little Hurricane emplearon dos años en la grabación de su nuevo largo. El primero “fue literalmente grabado mientras estábamos de gira, en distintas cocinas y salones, así que esta vez queríamos invertir más tiempo a ver qué pasaba”, afirma C.C.. El disco es un libro abierto de honestidad, profundamente íntimo, pero también ofrece un sonido grandioso y de alcance. “Tocar en grandes festivales durante los dos últimos años y salir a esos escenarios gigantescos realmente nos motivó a escribir también canciones más grandes”.

El concierto se celebrará el domingo 26 de abril a partir de las 21:30 horas. Las entradas anticipadas están a la venta en Escridiscos y Ticketea.

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