Entrevista con IMELDA MAY: «Las listas sólo dicen qué vende, no qué está vivo o muerto»

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IMELDA MAY foto 3Dicen de ella que ha puesto el rockabilly de moda 60 años después de que empezara con Carl Perkins, Elvis Presley, Gene Vincent y Jerry Lee Lewis. Y bueno, el término «de moda» quizá sea algo ajeno a la escena musical en que se mueve esta mujer que arrasó en Joy Eslava ayer jueves, y que hoy lo hará en el BIME de Bilbao. Este sábado volverá a Madrid al Teatro Barceló, con entradas agotadas.

Vienes a presentarnos el disco con la portada más agresiva de tu carrera, alejada de la elegancia y el glamour de aquel «Love Tattoo» que te dio la popularidad.

Sí, mi intención era dar una pista sobre el alma «punk» que recorre todo el disco. Su propio título, «Tribal», también va en esa dirección de querer expresar algo muy primitivo, muy instintivo y travieso que permanecerá siempre en mi manera de entender el rock’n’roll.

Tu fama está creciendo mucho y te está llevando a escenarios más grandes cada año. ¿Cree que eso afectará a tu manera de componer?

No, no. Jamás lo permitiría, sería demasiado ególatra caer en eso. Un artista ni siquiera debería plantearse algo así. Puede que uno piense, «de acuerdo, ahora me escuchan millones de personas, quizá debería dejar de decir esto o lo otro», o que habrá gente que no entenderá bien lo que quieras decir y lo malinterprete. Pero si uno intenta llegar a todo el mundo, al final no llega a nadie. Hay que seguir el camino que marcan las emociones de uno mismo, y a partir de ahí viene todo lo demás.

La «tribu» rockabilly tiene unas señas de identidad estéticas que parecen inmutables: tupés, Cadillacs, Buicks, chupas de cuero… ¿Crees que se mantendrán siempre, o terminarán siendo víctimas de la modernidad?

IMELDA MAY foto 2Creo que se mantendrán siempre, sí, porque siempre habrá gente dispuesta a mantener viva la pasión por esos iconos. Yo quizá me haga mayor, ahora soy madre y todo eso, pero me seguirán gustando. Y aunque dejase de ponerme tupés y de ser una amante de los Buicks, habrá jóvenes que recojan ese testigo estético. Es como la esencia musical del rockabilly, que tiene algo de country, de punk, de ryhtm’n’blues… quizá los mayores ampliemos nuestro paladar musical y en casa escuchemos otras cosas, que incluso acaben convirtiéndose en influencias nuevas, pero siempre habrá chavales de 18 años que se enamoren del rockabilly original y se pongan a tocarlo con sus amigos en un local de ensayo.

Si te pregunto qué es lo que más le gusta de España, ¿qué contestarías?

Podría decirte que la comida, el buen tiempo, la gente, bla bla… pero quiero decir algo distinto: las bandas de rock’n’roll españolas. Pueden ser pequeñas, muy underground y unas completas desconocidas para el gran público, pero son increíblemente apasionadas, perseverantes y llenas de talento. Las amo.

El rock’n’roll, de hecho, no es lo que más vende en este país pero vive un momento fantástico.

Por supuesto. Y en Europa y Estados Unidos también. A veces los mejores momentos creativos del rock’n’roll coinciden con los de menor éxito comercial. Yo, personalmente, estoy harta de que me pregunten si el rock está muerto, si está en peligro de extinción… Es como decir que está muerto porque no ocupa el número uno en las listas de ventas, como ocurría a principios de los setenta. Por eso tampoco me gusta la palabra «revival», porque parte de un concepto estrictamente comercial, no artístico. No hay nada que revivir, el rock’n’roll ha estado siempre vivo independientemente de su puesto en las listas. ¿Si un tipo de música no las lidera, es que ha desaparecido? ¿ha desaparecido el jazz? Las listas sólo dicen qué es lo que vende más, no lo que está vivo o muerto.

Ser madre ha «expandido» su personalidad, según he leído.

Sí, así lo creo, me hace apreciar las cosas más, entenderlo todo de otra manera, me ha hecho mejor persona y artista.

También he leído que estuvo a punto a meter un montón de colaboradores famosos en «Tribal».

Sí, pero cambié de idea. Menos mal que lo hice a tiempo. A algunos incluso se lo había comentado ya, pero entonces comprendí que teníamos que ser sólo yo y mi banda. Para qué más folclore. Sentirnos íntegros, como una máquina perfectamente engrasada, era lo que quería. Añadir nuevas personalidades hubiera creado una confusión que no necesitábamos para nada.

Quiza uno de ellos iba a ser Lou Reed… Estuvo con él no hace demasiado tiempo, ¿no?

Sí, y la verdad es que fui acojonada. No ayudan todas las historias que se han contado sobre su personalidad… ya sabes. Le conocí en Nueva York cuando grabamos aquella versión de «Kentish Town Waltz». Fue muy amable, pero no demasiado… no fue desagradable, vaya. Al principio cuando llegué casi ni me miraba, debía pensar «quién es esta tipa con esas pintas», jaja. Pero cuando le dije que era yo quien había escrito «Kentish Town Waltz» su cara cambió instantáneamente. Sonrió, me dijo que le encantaba esa canción y desde ese momento el día fue increíble. Para mí fue rarísimo pasar el día con un ídolo de ese calibre, y pedirle que cambiara esto o aquello para que la canción quedara mejor.

También ha pasado buenos momentos con Wanda Jackson.

Es la mejor. Quiero ser Wanda Jackson cuando sea mayor. Es tan fantástica… Estuve mucho tiempo buscando hacer esa colaboración con ella. Ella fundó el rockabilly, es una mujer importantísima. (Se pone a imitarla cantando) Qué voz, qué manera de encender la llama. Y es preciosa. Y tiene una familia que la quiere. Es encantadora, tierna… divertida… Es perfecta. Ser una mujer fuerte en el mundo del rock’n’roll es duro, pero ella fue aún más fuerte porque los tiempos eran distintos. Todo un ejemplo.

AMPLIACIÓN DE LA ENTREVISTA PUBLICADA EN ABC POR NACHO SERRANO

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