RUFUS WAINWRIGHT, brillante y romántico en el Teatro Real (crónica del concierto en Madrid, 22-J)

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/imag/efe/2013/07/22/20130722-5475027w.jpgAlgo apesadumbrado por la cifra, pero exultante ante lo especial de la velada, Rufus Wainwright celebró anoche su 40 cumpleaños con un concierto sinfónico en el Teatro Real rodeado de familia, amigos y fans que fueron testigos de un recital brillante, y por momentos desternillante como no podía ser de otra manera con él.

Y es que aun siendo un riguroso defensor de la ópera, Wainwright no puede evitar imprimir su carácter pop a todo lo que toca. Así lo hizo desde antes de empezar a sonar la música, cuando ocupó su asiento junto al público para contemplar la primera parte del concierto. Atónitos, sus seguidores se acercaron tímidamente pidiéndole autógrafos y fotos,  peticiones atendidas por una simpatiquísima superestrella que sólo dijo basta cuando la avalancha empezó a  descontrolarse. Como uno más, se levantó para dejar que tomasen butaca sus compañeros de fila, cronistas incluidos.

Y así, a su vera, disfrutamos de los cinco actos dedicados a su ópera «Prima Donna», en los que resplandecieron tanto la orquesta del Real como las sopranos Kathryn Guthrie y Janis Kelly, y en los que Rufus, muy romanticón él, no dejó de agarrar la mano de su marido Jorn Weisbrod mientras seguía los ritmos de la orquesta con la cabeza.

La segunda parte, protagonizada por él mismo y más centrada en canciones de su repertorio orquestadas, fue tan exquisita como la primera pero mucho más entretenida y amena. Rufus salió a escena flamenquísima, con un mantón de manila, una rosa en el pelo y abanicándose con mucho salero. En cuanto se arrancó con «Vibrate», «Little Sister» y «This Love Affair», quedó bien claro que cualquier fan de su arte debería escucharlo de esta guisa, en un lugar
con tan excelente acústica, alejado de las salas de pop-rock, al menos una vez en la vida.

«Bienvenidos a mi fiesta de cumpleaños», dijo Wainwright antes de agradecer la presencia de su hermana Martha y
otros familiares. Y tras ejecutar extraordinarias interpretaciones de «Les nuits d´Été», «Carousel», y «Cosi fan tutte», en las que miraba de reojo al director Johannes Debus para no perder ni una milésima de compás, dijo haber sentido «un gran honor al conocer a Plácido Domingo hace un ratito». Entre geniales e hilarantes speeches que disiparon la solemnidad operística, Wainwright rubricó un triunfo total con su mashup de «Oh, what a world» y «El bolero de Ravel», y un bis con un tema de su fallecida madre Kate McGarrigle, a la que recientemente dedicó un disco que ayer estaba a la venta en un puesto a la salida de la actuación, y que pidió todos compraran. «Nueve euros de cada CD van a su fundación de lucha contra el cáncer. Que lo compréis todos, ése es mi deseo de cumpleaños».

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