Se ha acabado el cachondeo. Así de claro, y así de arriesgado suena el nuevo trabajo de Delafé y las Flores Azules, una ambiciosa, reflexiva, casi metafísica obra en forma de álbum doble que se sumerge en las profundidades de la psicología musical. “De ti sin mí. De mí sin ti” es un disco doble: en ambos CD están las mismas canciones, con las mismas letras pero interpretadas de forma completamente diferente. El objetivo es demostrar que el mensaje que hay detrás de una tonada puede cambiar por completo, dependiendo de las melodías y ritmos que lo acompañen. Lo presentan en Madrid este jueves 16 de mayo (Sala Penélope, entradas AQUÍ), y por cierto, al final de la entrevista veréis cómo participar en el sorteo de una copia de este espectacular doble álbum, firmada por sus autores.
Yo me he imaginado diferentes teorías de por qué os habéis lanzado a un proyecto como este, como por ejemplo, que la idea inicial fue hacerlo sólo con un tema, pero ¿cuál es la única y verdadera?
(Helena) Pues sí, partió de una canción, que quisimos darle la vuelta, porque la letra y la música no encajaban. De repente nos gustaron dos caras diferentes de la canción. De todos modos, inconscientemente, creo que hay un embrión de esto en una canción del anterior disco, que se llama “Río por no llorar”, en la que hicimos algo así. Son 6 minutos de canción, los tres primeros minutos son muy animados, con Óscar rapeando en plan echao p’alante, y la segunda parte es más íntima, en la que yo recito prácticamente el mismo texto, y el efecto es completamente diferente.
(Óscar) Ese fue nuestro primer experimento en el que nos dimos cuenta de cómo cambia el mensaje de las palabras en función de la música que haya de fondo. En ese momento quizá quitamos la mano antes de quemarnos, pero ahora hemos ido precisamente a por eso, a quemarnos a ver qué pasaba. Un disco más alegre, otro más oscuro, pero unidos por las letras.
Hacer una canción predeterminada por esta idea puede ser relativamente fácil, pero un disco, eso ya es otra historia. Conseguir que todas las canciones tengan su cara y su cruz, y que el disco sea coherente, suena complicadísimo.
(H) Exacto, cuando llevábamos cuatro canciones la cosa empezó a costar.
(O) Claro, uno se acostumbra a que una canción tiene su universo, y tú tratas de mejorarla dentro de ese universo. Pero claro, cuando de golpe la terminas y tienes que ponerte con su otra cara, es mentalmente jodidillo… Dani, el tercer componente del grupo, ha aportado mucho. Él, con una perspectiva un poquito más desde fuera, a veces lo veía más claro. Otra cosa complicada fue hacer el tracklist, porque de pronto veíamos que había varias canciones seguidas con mayor protagonismo mío, o de Helena, y había que cambiarlo pero teniendo en cuenta el tracklist del otro CD, que tenía que seguir el mismo orden, y a lo mejor no seguía el mismo patrón de protagonismos vocales… no sé si me explico, un lío vaya.
Decías que un disco es más oscuro, y otro más alegre. Y se siente claramente que uno es más respirable y el otro más asfixiante. Pero además, a mí me ha parecido que las letras, con la música del primero adquieren un sentido de esperanza ante el futuro, y con el segundo parecen hablar de hechos consumados, de resignación.
(O) Joder. (Mira a su compañera Helena) Es fuerte que diga eso, ¿no?
(H) Lo comprendo perfectamente, es el ambiente que se termina creando cuando van avanzando las canciones. Un disco está encarado a ver un hecho de forma positiva, y el otro de forma negativa. Una misma cosa te la puedes tomar de una manera u otra.
(O) Para mí, la diferencia entre los discos es que uno dice “¡sí!”, y el otro dice “bueno… a lo mejor”, jajaja.
Me imagino que durante el proceso creativo llegaría ese momento de “bueno, ¿y a la disquera cómo le presentamos esta frikada?”.
(H) Jaja, sí, sí llegó. Nos parecía un riesgo, más aún en los tiempos que corren. Madre mía, 22 canciones, quién va a escuchar esto entero. Pero creo que el aliciente para escucharlo entero está ahí, en el concepto que ofrecemos, para incentivar la curiosidad de la gente, para que compare las diferentes versiones, etc… Por eso hemos cuidado mucho todo lo que rodea al álbum, el arte, el diseño, las fotos de promo, todo está muy vinculado al concepto del disco.
Destacan las colaboraciones de Nacho Vegas y Antonio Luque (Sr. Chinarro). ¿Lo de Vegas llegó vía Paco Loco, vuestro productor?
(O) Sí. Es que era la oportunidad perfecta de contar con un ídolo de toda la vida. Jamás hubiera encajado en nuestros discos anteriores, pero en este sí. La canción “Qué sentido tendría” era perfecta para él, y cuando lo dije en el estudio, Paco Loco dijo: “Pues le llamo”. Yo al principio le decía que cómo iba a querer Nacho Vegas cantar con Delafé y las Flores Azules, que era una idea loca, que seguramente hasta le caeríamos mal, pero mientras lo decía me mordía el labio. Escribimos a su mánager, para no ponerle en un compromiso, y al final cuando contestó dijo que le molaba el tema y que le encantaría participar.
(H) Con Antonio fue igual, no le conocíamos de nada, y se lo preguntamos así por lo bajini, pero el tío encantado.
(O) Hubo otra colaboración que nos hubiera encantado tener, la de Kase O de Violadores del Verso, pero al parecer estaba muy liado y no pudo ser. Hubiera sido un concepto muy inglés del disco, al estilo Massive Attack, reclutando a uno y a otro. Empacar a Nacho Vegas, Chinarro y Kase o hubiera sido como decir “todo es posible en la música”.
En principio sorprende lo de Nacho Vegas, pero luego lo piensas bien… y es un tipo al que le gusta mucho experimentar con cosas nuevas, casi como si lo necesitara más que nunca últimamente, ¿no?
(O) Yo, la carrera de Nacho Vegas, la veo que sigue una línea muy clara. No le gustan las extravagancias, y teníamos miedo de ponerle en un compromiso.
(H) Yo tenía miedo de que se sintiera incómodo, fuera de lugar.
(O) Y luego fue un tío encantador. Joder, fue muy fácil, y hostia, que es Nacho Vegas. Soy súper fan desde Manta Ray y contar con él es el típico rollo de sueño cumplido.
En la nota de prensa dice que habéis masterizado el disco con un “prototipo Alfa 347 del sistema de supercomputación psicoacústica estándar”… ¿qué coño es esto, y por qué se destaca en la nota?
(H) ¡Jajaja! Es un aparato que es una locura de movidas de frecuencias y tal, que consigue una definición especial. El que usamos lo presentaron para una feria de sonido en Suiza hace poco, como una especie de “nuevo plugin”, para que nos entendamos.
(O) Puedes controlar mayor número de frecuencias por separado, y desde el mastering. Explicarlo es jodido… imagina una tele con 100 píxeles, y que de repente te plantan una de 1000, pues esto es un avance parecido.
Eso sí, la palabra psicoacústico pega mucho con el concepto del disco.
(H) Jajaja, pues sí es verdad. Es genial, no lo había pensado.
¿Habíais trabajado anteriormente con el diseñador de la portada, Sergio Piso?
(O) No, nunca. Nunca habíamos hecho una portada de este estilo.
(H) Trabaja en Barcelona, es muy minimalista, con experimentos geométricos, casi físico-químicos…
(O) En la caja deluxe queda de puta madre. Ahí se incluye un documental, por cierto, que rodé con el móvil en un viajé en bici que hice a Barcelona, y que es muy importante para entender el concepto del disco.
Habrá que verlo, pues…
(H) Sí, es fundamental en este trabajo, sobre todo para Óscar porque el motivo del viaje tiene mucho que ver con la muerte de su padre.
