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EGON SODA, fuerza contenida (crónica de su concierto en El Sol, 14 de marzo)

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Egon Soda es como aquel grandote del cole que podría ser el más abusón de todos, pero prefiere ir a lo suyo, bonachón de él. Pocas veces habremos visto sobre la sala El Sol un grupo de aquí con una ejecución tan paquidérmica y una compenetración tan sólida, desplegada con semejante timidez y contención. Llevaban mucho tiempo sin subirse a un escenario, eso es verdad. Pero vendría bien que se les subiera un poco el ego(n), que se creyeran de verdad que ahora mismo, en ese terreno folk-rock americano en el que se mueven, apenas tienen competencia seria dentro de nuestras fronteras.

Presentaban “El hambre, el enfado y la respuesta”, su “difícil segundo disco”, y nada más subir a las tablas ya se escuchaba a un amiguete de Ferrán Pontón (autor de todas las canciones) decir: “Qué nervioso está el jodío… ¡Se le nota a leguas!”. En realidad, entrar en harina sólo les llevó un par de temas, y a partir de ahí el halo de fluidez y naturalidad que desprende el disco inundó la sala.

Tocaron temas de sus dos trabajos, todos muy bien cuajados, con especial mención al “Lorem Ipsum” del último y al “Lear” del primero –muy coreado por un público en el que estaban Álex Ferreira y gente de Mucho y Vetusta Morla-, y al genial teclista Charly Bautista, última incorporación, que fue todo un espectáculo de genuino sentimiento musical.

Hay a quien le siguen sonando a puritito indie, pero mi impresión es que no consiguen sacarse al otro Falkner de la cabeza. El bolo fue prácticamente redondo, salvo dos pegas. La primera, ya mencionada, es su excesiva contención –necesitarán más picos de intensidad para prosperar en la dictadura del directo-, y la segunda, ay, esa saturación de graves en el bajo de Falkner, que a veces creaba un muro contra el que su voz poco podía hacer. Y es que entender las letras de Pontón se antoja muy necesario para llegar a esos clímax que produce la escucha íntima del disco. Pero oigan, sólo por poner pegas… porque la cita resultó en un conciertazo de esos que quedan en la retina mucho, pero que mucho tiempo.


1 Comment

  1. MUCHO RUIDO Y POCAS NUECES !!!

    El indie es un verdadero fraude. A los que nos hemos educado (y cultivado) en el ROCK CLÁSICO es muy difícil darnos gato por liebre a estas alturas, o perro por ternera (como se rumorea que hacen algunos restaurantes chinos) y menos lasaña de carne con trazas de caballu (como diría un asturiano) porque nuestro exquisito paladar enseguida detecta la movida y luego pasa lo que pasa.
    Así anda la Unión Europea…

    Egon Soda van del rollo THE BAND, más les valdría hacer una buena banda de versiones que les rindiera tributo. Pretender medirse con una leyenda de ese tamaño, sin canciones como «Stage fright», «Up on Cripple Creek», «Across the Great divide», «Don’t do it», «The shape I’m in», «Dry your eyes»… no digamos ya los himnos por antonomasia «I shall be released», «The weight», «The night they drove old Dixie down»… es un verdadero suicidio.

    A Faulkner se le entendía menos que a Yosi de los Suaves cuando tiene un mal día, y desde luego los guitarras de Egon Soda (correctos en lineas generales) no son Alberto Cereijo (una eminencia en las seis cuerdas) ni tampoco Fernando Calvo, cuya conducción guitarrera tanto me recuerda a la que realizan Xavi e Iniesta en el glorioso BARÇA !!!

    Lo dicho, que no te den gato por liebre !!!

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