Entrevista con EMMYLOU HARRIS: «Desde que Gram se fue, siempre que canto con un hombre hay algo de él flotando en el aire»

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Ella estaba destrozada. Literalmente rota por dentro. Su compañero de viaje más seductor, el country-rocker cósmico Gram Parsons, acababa de fallecer por una sobredosis. Su sociedad musical había triunfado con la gira de profético título “Fallen Angels”, y se disponían a conquistar América con un nuevo álbum, “Grievous Angel”, cuando él levantó su último vuelo. Aquel final de 1973 fue durísimo para Emmylou Harris, que lloró desconsoladamente durante semanas mientras las cenizas de Parsons revoloteaban sobre Joshua Tree. Entonces apareció Rodney Crowell.

Harris llevaba meses sin escuchar nada que le levantase el espíritu, y su productor Brian Ahern, desesperado, probó con un artista de nuevo cuño. Le puso una de sus canciones, “Bluebird Wine”, y la reacción fue inmediata. “¡Esto es la bomba!”, exclamó la cantante. Rápidamente, Ahern reclutó a Crowell para la Hot Band de Emmylou y empezaron a subir juntos al escenario. La química era más que evidente, pero el destino los fue separando poco a poco desde que él se lanzó en solitario en 1978, quedando sus colaboraciones en algo cada vez más esporádico desde entonces.

Nunca perdieron el contacto, pero han tenido que pasar cuarenta años para que su unión de fuerzas quede registrada en un disco, recién publicado con el título de “Old Yellow Moon” (Nonesuch, Warner), en el que han plasmado la amistad de toda una vida a través de doce clásicos inmortales del country.

“Toda esta vida loca, casi cinematográfica, a veces increíble, convulsa, llena de altibajos pero tremendamente irresistible de vivir, ha quedado reflejada en este disco”, explica Harris. La grabación, un alegato en pro del country más tradicional, incluye versiones de temas de Hank de Vito, Matraca Berg, Allen Reynolds, Patti Scialfa o Kris Kristofferson, que según Crowell, “sirven para dar rienda suelta a una conversación entre amigos. Este disco ha llegado en el momento adecuado, cuando los dos hemos alcanzado la madurez, cuando ya hemos pasado por todas las experiencias posibles”.

Por eso, ambos coinciden en que la primera oportunidad que tuvieron para grabarlo, en 1992, no hubiera dado tan buenos frutos. “Nos faltaba el último tramo del recorrido: ese en el que crees que lo has hecho todo, cuando piensas que ya no es tu momento. Los noventa no fueron muy buenos para el country, pero superamos el bache y aquí estamos de nuevo”, dice Crowell. De hecho, uno de los títulos que se barajaron fue “Here we are” (“Aquí estamos”), pero “Old Yellow Moon” es “mucho más poético y sugerente”, opina Harris.

Durante todo este tiempo, las carreras de ambos han discurrido paralelas pero no excesivamente separadas. “Siempre nos hemos echado una mano cuando ha hecho falta. Todo lo que uno ha hecho por el otro, los artistas que nos hemos presentado, los estudios que nos hemos recomendado… es lo que ha consolidado esta amistad”, asegura Harris.

Para completar el círculo, “Old Yellow Moon” ha sido producido por Brian Ahern, el nexo fundamental de la relación. “El disco nació en su cocina –explica Harris-, nos sentamos alrededor de la mesa, colocó unos micrófonos y así grabamos las primeras demos. Fue una experiencia maravillosa, una reunión de colegas de toda la vida, de la que todo empezó a surgir con naturalidad y espontaneidad”.

Otro de los cortes del álbum ha sido reservado para “Bluebird Wine”, aquella pieza que insufló a Harris la energía para superar la muerte de Gram Parsons, y que, curiosamente, Crowell no había grabado hasta ahora. “He cambiado algunos versos, con los que no me identifico tanto cuarenta años después -dice Crowell-. Además, creo modestamente que ahora soy un compositor más completo”. “Siempre ha sido un artista de los pies a la cabeza”, sentencia Harris, quien por cierto no siente el menor atisbo de ofensa cuando se le sugiere que hay una extraña presencia en el disco. “Sí, el espíritu de Gram Parsons y la magia que surgió entre nosotros dos puede intuirse en este álbum. Es normal… desde que se fue, siempre que canto con un hombre hay algo de él flotando en el aire”.

(PUBLICADO POR NACHO SERRANO EN EL CULTURAL DE ABC)

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