KEANE cantan victoria en el Palacio Vistalegre

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Advertencia: este espectáculo incluye luces estroboscópicas. Así rezaba el cartel en las taquillas del Palacio Vistalegre, rebautizada como sala San Miguel, que anoche recibió a los británicos Keane, ese hermano pequeño de Coldplay que provoca tantas reacciones encontradas o más que su mayor. Pop blando o pop épico, depende de la sensibilidad y del punto de vista. Quien esto teclea se decanta por lo primero, pero oye, cuando un grupo da un buen concierto hay que reconocerlo. Se mostraron, además, como eso: una banda. Con una puesta en escena muy real, sin chorradas circenses, y ya saben a quién me refiero.

Ayer Tom Chaplin y los suyos fueron a por todas, incluso arriesgándose a perder la cuota de mercado que supone su hinchada epiléptica. Bromas aparte, el recinto se llenó para recibir su presentación de «Strangeland». Pero sus teloneros Miss Cafeína no lo tuvieron fácil: cuando salieron el público no era numeroso ni especialmente fan de su música, pero ellos hicieron lo de siempre, poprocanrolear con estilo y solvencia. Terminado su concierto, se produjo la tromba de gente desde los bares aledaños -que beber dentro es cada vez más caro- y las gradas se llenaron hasta los topes, marcados éstos por las pantallas que, a costa de reducir el aforo, tratan de mejorar la espantosa acústica de Vistalegre. Puntuales, Keane salieron a escena sin grandes pirotecnias. Más bien sin ninguna. El «un, dos, tres, cua» de las baquetas marcó el inicio del concierto con «Cause you are young», muy tranquilo hasta que llegó el primer «Ooo, ooo» coreable, donde la pista estalló en baile y palmas.

La banda enseguida fue a por más estribillos legendarios de su repertorio, con una segunda canción «Bend and break» que arrancó el ánimo fiestero a sus fans. El espíritu de U2 es infalible. Tom Chaplin se hizo dueño y señor de la situación con ese estilo de melodía vocal que tantos y tantos han heredado de papá Bono, recorriendo el escenario de lado a lado reclamando «some noise» (algo de ruido) a sus hinchas, a los que saludó con un correcto «Buenas tardes!». Superando las dificultades de la acústica, el cuarteto cuajó muy bien sus tonadas. Como siempre, destacaron el teclista Tim Rice-Oaxley y el vocalista, un Chaplin que cantó realmente bien y con inteligencia, liderando los crescendos como un líder seguro de sí mismo y con ganas de dejar huella en Madrid. Mientras tanto, uno se iba dando cuenta de que los buenos de Keane fueron demasiado precavidos con la advertencia sobre los estroboscópicos -¿o son los demás los que andan sin cuidado?-. Nada del otro mundo.

Las clásicas subidas y bajadas de tempo típicas de estos conciertos de pop épico estuvieron muy bien medidas, y los parones marcados por temas lentos como «The Starting Line» o «Nothing in my way» encajaron tanto en la velada que prácticamente fueron lo más penetrante. La sensibilidad de Keane se muestra aquí mucho más atractiva, frágil y real que en sus arrebatos de euforia, que al menos fan pueden resultar algo gratuitos. Obviamente, ese derrotero no duraría mucho. Y ahí Chaplin lanzó el grito «Ahora tenéis que cantar ¿eh?» para introducir «Silenced by the night», otro estribillazo para las masas, con su correspondiente «Ooo, ooo!». Por supuesto, era lo que querían las miles de personas -difícil calcular, quizá unas 7.000- que llenaban Vistalegre, que poco después se volvieron locas con dos de sus más bonitas bonitas tonadas, «Everybodys changing» y » This is the las time». Ahí, con toda la grada en pie, el «Ooo, ooo» se convirtió en un estruendoso «Oee, oe oe oeee!». Ya saben, el canto de la victoria.

PUBLICADO POR NACHO SERRANO EN ABC

3 Comments

  1. keane estuvieron soberbios, y ni se mueven como como Bono, ni son los hermanos pequeños de Coldplay,
    son Keane y punto, los críticos de música estaís muy encorsetados, hay que ir con más amplitud de miras

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