Crónica del concierto de COCOROSIE en el Circo Price (18 julio, Madrid)

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Un lujazo ver a las hermanas Casady en Madrid para los Veranos de la Villa, en Circo Price, grandes citas para este verano y el recinto consagrándose como una de las principales referencias en la capital.

Empezaron rompedoras, fuertes, tocando la campana en «God has a voice» en una primera toma de contacto perfectamente «orientalista», como si nos estuvieran diciendo que esto iba a a ir de disfraces. Se disfrazaron tantas veces como les permite cambiar de voz en su ecléctica propuesta, son preciosamente barrocas, pero sin saturar, más bien hechizan. Nos gustó mucho «Tearz for animals» aunque faltara «La voz» de Anthony…

Algunos cambios de tercio dejan una sensación bizarra que no se les escapa, no te despista, sino que aumentan la neblina como en un juego, te hacen más complice, muerdes el anzuelo mejor. Cuando te quieres dar cuenta, están tocando el piano y son 10 encima del escenario. Entre cambio y cambio de vestuario, no hace falta darse cuenta de lo entregado que está el público. Un show con todas sus consecuencias, en «Undertaker» Bianca ya va sobre patines, y no es una metáfora. El repertorio también fue bastante sorprendente, siguieron con otra de las nuevas: «We are on fire» más bailable que ensoñadora, la presión iba creciendo y el circo se iba calentando. Alguien ha dicho «música para hacer el amor»… le haremos caso al público!

Con «R.I.P. Burn face» y «Fairy paradise» la sensualidad empieza a abrazar a la energía en el increcendo que están dibujando Cocorosie. Bailad como podáis, malditos! Patadas y taconazos para acompañar bien todo el movimiento.

En el bis, salieron a por la India! y a por Japón!, en «Animals» se atrevieron con un «te quiero mucho» con acento asiático para el deleite de todos. «K-hole» ya tiene la etiqueta de himno para sus seguidores, y ellas lo saben bien, «Werewolf» es la corona que les sienta tan bien, no como la barba azul que les sale en su última portada… La comunión fue tan rodada que no pudieron escapar de su propio bucle mágico en el que todo podía pasar, incluso lanzarse al vacío del público, ¿Quién no querría recogerlas?

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