Crónica de la despedida del NEU! con THE NEW RAEMON + NIXON + VICENTE

por

Por Sr. Zabamino

Nos despedimos de la mítica sala Galileo Galilei en su formato de conciertos como Neu! Club, con tres «monsters of pop» made in Spain: Francisco Nixon ex Australian Blonde y La Costa Brava, Ricardo Vicente, ex La costa brava y Tachenko y Ramón Rodríguez, ex Madee y cabeza de The New Raemon. La aristocracia indie no quería perdérselo y mandaron de embajadores a dos tercios de Sidonie y a Abraham Boba, entre otros. Esto es serio.

Conciertazo. Se podía intuir antes de empezar. La amplia y cuadrada pista de baile de la sala estaba vacía, con la muchachada relajada, aguantando el calor, sentada en las mesas y bancos que recuerdan a algún local berlinés en los años veinte del siglo pasado. Había calma y un escenario con batería, guitarra acústica, eléctrica y teclado, todo como en un local de ensayo donde van a empezar tres amigos, sin presión y disfrutando con lo que hacen, las sensaciones eran las de una noche con un buen puñado de canciones y mucha complicidad en todas direcciones.

Todo era tan familiar que salieron con un poco de cara de susto al ver un público tan alejado, pero pidieron ayuda y ahí fuimos a sus piés, les gustó y les convencimos. Empezaron con «Todos tus caballos de carreras», Ramón a la batería, Fran a la eléctrica y Vicente de frontman con la pequeña acústica, la canción abre el album conjunto, y es el primer gancho para que ames el trabajo y te lo escuches de una sentada, empezaban a carburar y siguieron con otra buena historia del autor, la preciosa «El palacio de los gansos». Ahí cambiaron las guitarras y atacó Nixon con otro par suyas, «Bares de taxistas» muy del barrio donde estaban tocando, y «El novio de tu hermana» sobre besos bajo el agua…

Turno del tercer cuerpo, Ramón cogió la guitarra e hizo que el cambio de tercio nos demuestre que es el mejor efecto de estos tres cuerpos; Nixon y Vicente comparten un ADN que hace que el catalán sea un aditivo diferente y fresco en la ecuación. Ya sin batería, la pegadiza «Apocalipsis» nos dejaba con todas las cartas sobre la mesa. En ese momento, queríamos disfrutar de muchas canciones más de cada uno. El segundo corte, «Repartiendo el sombrero» también subió el listón, y aquí tocaron tres de los 4 temas que no entraban en el álbum y han editado en un EP de nombre «Tenéis que venir». «Esto no puede estar pasando»,»cuidado no os equivoquéis» y «No hay vida en Marte», la canción más alegre del recital.
«Sé que es tu trabajo» una flecha de Pop de la tierra en la que Nixon consigue imaginarnos tiernos y canallas en Ibiza, nos recuerda que seguirá ganando con sus letras…

Ya eran libres, se recogían para empezar a salir en solitario con temas de cada uno. Salió Ramón para ponernos la piel de gallina con el terciopelo existencial de «lo bello y lo bestia» y una «sucedáneos» que fue un clamor popular; es emocionante comprobar lo bien que se maneja en soledad y como llena el escenario este hombre.

Salió Nixon también fortalecido, con ganas, para ir con «Erasmus borrachas» e «Inditex», himnos recientes para público feliz. La conexión musical ya era total y se convirtieron en La Costa Brava para recordar a Sergio Algora con «mi última mujer». Vicente y Ramón salieron a acompañar porque nadie quería perderse nada, y Fran terminó su set con «Museo británico» pop, pop y más pop. Richi se reservó el papel de maestro de ceremonias, era el más suelto y el más simpático, y daba la sensación de cabeza de en medio de este monstruo tricéfalo. «Adoro a las pijas de mi ciudad» fue ese momento en que se oyó un «aiiiii» que confirmaba el buen rollo, y las ganas de que una vez llegados hasta aquí, no pararan de tocar.

El momento raro fue la versión de «Siempre hay por qué vivir» con Ramón otra vez al bombo y caja y con la imágen de banda ensayando del principio, se lo estaban pasando muy bien. Y como todo parecía indicar, querían tocar más y Ramón nos regaló la versión de «Te debo un baile» de Nueva Vulcano, que bien podían meterle en los créditos del tema, por la manera en que acaricia esta especie de «Indie-vals» y «cafeteras» que la chica de al lado y un servidor le pedimos como fans entregados.

La guinda fueron «Treinta y tres» que nos reconcilió con nuestras propias edades y nos recordó que Peter Pan llevaba, efectivamente, rollo indie y «el cumpleaños de Ronaldo» los últimos guiños a la Costa Brava y el tono del concierto acababa con sonrisas, memorias, y los mosqueteros anunciando la firma del disco. Conclusión: Viva el pop, vivan los amigos, viva la Sala Galileo y vivan las pijas de mi ciudad.

Deja una respuesta