Crónica – ROSENDO en el Teatro Arteria Coliseum, 17 de mayo

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Rosendo Mercado volvió a dar sopas con honda una vez más, vistiendo de gala nuevas composiciones y completando a lo grande, en el Coliseum de la Gran Vía madrileña, una gira de Teatros que le ha llevado este año por los puntos más significativos de nuestra geografía; rotunda celebración de su reciente directo “En el Palau de la Música” de Barcelona.

El Teatro ‘Arteria Coliseum’ estaba a rebosar, hasta la bandera, gallinero incluido, como era de esperar.  Los acomodadores hicieron la vista gorda y permitieron que unos pocos chavales se instalaran abajo, de pie (en la platea) -en los laterales y en las primeras filas (laterales)- desde el comienzo mismo del show, por lo que reinó un caluroso buen rollo entre la afición durante toda la velada. También era ‘Sorprendente’ (como la canción de los Leño, que no iba incluida en el set list, para nuestra aflicción) ver a la peña entrar y salir con minis de cerveza y calimocho, circunstancia no muy usual en la solemnidad de los teatros, en recintos de esa guisa.

Rosendo comenzó el recital con cuatro temas no muy conocidos (al menos para mi): «De nada más», «Different, eso sí», «Para cuando desatino» y «No son gigantes». A simple vista, se me antojaron composiciones novedosas, quizás alguna esté escondida en su prolífica discografía. La cosa empezó a calentarse con «La cera que arde», «Del pulmón», «A dudar se aprende» y «Cada día» (me duele más partirme el pecho…), entonados con la habitual retranca y especial gracejo del rockero capitalino. A continuación sonó «A la sombra de una mentira», muy guapa también, que nos recordó viejos tiempos, cuando la interpretaba Luz Casal…  Mención especial para «El alma se colma», acompañado de su hijo Rodrigo Mercado. Qué pedazo de canción y qué letra, medio reggae, con declamación hip-hopera suburbial, pero sobre todo, luminosa, puro corazón salvaje. Otras dos perlas del veterano artista sonaron a continuación: «Salud y buenos alimentos» y «A moco tendido, antes de que entonara a quemarropa «Lo que tú y yo sabemos» (versión de Nacha Pop, incluida en «Ese Chico Triste y Solitario») en homenaje a la memoria de Antonio Vega. «A veces cuesta llegar al estribillo», «Puedo ser más eficaz» y «Amaina tempestad» encendieron definitivamente los ánimos, antes de que el respetable se pusiera en pie con «Entre las cejas» y ya no flaqueara, ni se sentara, en lo que restaba de velada. Agitación y brincos en las primeras filas con «Flojos de pantalón», todo un himno y para mi gusto, una de las mejores, por no decir la más grande, descriptiva y punzante tonada de Rosendo en solitario. Tremendo fin de fiesta con: «La fauna», «Masculino Singular», «Loco por incordiar» y la sempiterna «Agradecido».

En los bises sonaron: «La fina» (muy celebrada por el personal) y otro diamante para la eternidad «Y dale», valga la redundancia. Como broche de oro, el catedrático de Carabanchel, invitó a MIGUEL RIOS a entonar juntos «Maneras de vivir» entre el éxtasis de la concurrencia y la agitación de una parroquia a las que las dos horas escasas de show pasaron volando. Si Quevedo levantara la cabeza, ante la afilada pluma y el fino bisturí con el que diserta el paisaje y el paisanaje nuestro protagonista, afirmaría sin ningún rubor: “Rosendo es uno de los nuestros”. Qué noche la de aquel día !!.

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