Crítica – WHITE DENIM «Last Day of Summer»

por

Género: Pop-Rock Psicodélico, Jazz

Sello: Downtown

PUNTUACIÓN: 9,5

Hace cuatro meses este disco ocupó el puesto nº 4 en nuestra lista de lo mejor de 2011. Aunque las canciones se lanzaron vía digital en 2010, “Last day of Summer” fue editado en CD el pasado noviembre, y la verdad, al descubrirlo a pocos días de que acabara el año, nos dio el tiempo justo para incluirlo en la mencionada lista, sin plantearnos el alcance real de este soberbio trabajo de los de Austin. Si hubiéramos tenido el tiempo suficiente para empaparnos por completo con su magia, sin duda hubiera estado en lo más alto de la clasificación.

Cuando de la más intrincada maraña imaginable de rock progresivo, psicodelia, jazz y folk costa oeste emerge un pop tan irresistible, tan lleno de fantasía y elegancia, tan perfecto, uno no puede hacer más que rendirse a la evidencia de que este grupo, o al menos este disco, ha sido tocado por la gracia de dios sabe qué.

Como decíamos, el cuarteto tejano regaló estos temas a través de su web en septiembre de 2010, siendo este CD su publicación oficial, en noviembre del año pasado. Y vaya si merecía la pena dar forma física a este artefacto… La gracia y libertad con que ejecutan sus piezas puede llevar a una orgásmica e infinita recolección teórica de parecidos e influencias (inevitable acordarse de los Beach Boys en «Home togheter», rememorar las polifonías de Field Music con «Our Get», acurrucarse por el recuerdo del más fresco sonido costa oeste con «Some wild going outward», sorprenderse con la evocación de una suma Radiohead+Opeth en «Incaviglia», rendirse al sonido Canterbury de «Light Light Light») pero cuando el disco está terminando no hay nada más que unos enormes White Denim en la sesera.

«Last day of summer» es un álbum magnífico cuya invisibilidad en estas latitudes demuestra la propia perversidad ya no sólo del negocio discográfico, sino de la falsa utopía de internet. Soñar con un disco que reúna brisas vocales redentoras, percusiones garbosas y sin prejuicio alguno, guitarras paladines de la belleza sónica, bajos resueltos en sus propias hazañas, todo trascendiendo bajo el manto de una producción básica pero de mágico resultado, tiene en este disco una gloriosa, repito, gloriosa recompensa.

Ah, todo llega. Es bueno, dirás con los primeros segundos de «I’d have it just the way we were», y en cuanto te dejes llevar estarás flotando, porque todo esas virtudes se unen en un cuerpo tan esbelto que poco tarda en apabullar, que domina y aplasta cualquier intento de etiquetaje. Lo más increíble de todo, hablando de encasillamientos, es que tanto el indie como el rockero, el vanguardista o el popero y quien se ponga por delante tendrán mucho que pensar tras la primera escucha. Seas quien seas y la música que te guste, hazte con él.

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