Crítica – MARWAN “Las cosas que no pude responder»

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Género: Canción de autor

Sello: Sur Club

PUNTUACIÓN: 7

El cantautor madrileño publica su tercer capítulo discográfico, un elepé otoñal e introspectivo, que canta a romances malogrados desde una perspectiva melancólica y peregrina, antítesis total del jovial y comprometido “Trapecista”, con la resaca de la guerra de Irak y de los atentados del 11-M aun presentes y mucha rabia por enjuagar en dulcísimas canciones.

Digámoslo sin ambages, Marwan junto con Luis Ramiro y Andrés Suárez son el trío de cantautores de moda en la actualidad, algo así como la cuarta generación de trovadores, los destinados a tomar el testigo de los Pedro Guerra, Ismael Serrano, Javier Álvarez, Carlos Chaouen, Quique González, etc que asomaron a mitad de los noventa, apadrinados en muchos casos por los Luis Pastor, Angel Petisme, Javier Ruibal, Paco Ortega y compañía, artistas que ejercieron de puente entre la vieja y nueva escuela, y sufrieron en sus carnes el bajón del género durante los años ochenta, voces que venían a prolongar el magisterio de los Serrat, Aute, Lluis Llach, Paco Ibañez, Labordeta, Javier Krahe, Sabina… los cuales marcaron un antes y un después en la música de nuestro país.

El protagonista que nos ocupa, hijo de palestino y madrileña, probablemente sea el autor con más talento y empaque de cuantos hayan surgido en los últimos años. Su anterior álbum “Trapecista” fue uno de esos raros plásticos que valen por toda una trayectoria artística, una obra maestra de las que hacen despegar una carrera, como lo fueron “Cenizas en el aire” (Ariel Rot), “Vestidos de Domingo”(La Cabra Mecánica) o “Universo Abierto” para Carlos Chaouen , con dispares resultados comerciales, según los casos, como se pudo comprobar después.

Y es que talento en estado puro, no equivale automáticamente a resultados factibles a nivel de ventas, menos en estos tiempos donde la industria discográfica está virtualmente arruinada y el panorama patas arriba. De aquel “Trapecista” que se mecía en la cuerda floja del desencanto colectivo, aun colean tonadas tan intensamente dramáticas, tan frescas, tan a quemarropa como “Palabra por palabra”, “Mi paracaídas”, “El chándal”, “Meninos da rua” o la sobrecogedora “Jueves 7’36h”, dedicada a las víctimas del 11-M. Tres años después, con la lección bien aprendida (sus tonadas contestatarias no tuvieron cabida en la radiofórmula), solo quedan las preguntas que no supo responder, el claroscuro de las desilusiones amorosas y una mirada afligida, pero luminosa, en baladas tristonas como “15 minutos”, “Sueños sencillos”, “Canción de autoayuda”, “Carita de tonto” o “Te podría decir”. Marwan se vuelve cuerdo cuando el negocio de la música ha enloquecido y va camino del precipicio. Son las “Marcas” (quizás la canción más ágil y graciosa del álbum) que dejaron los años y los desengaños. Eso sí, con esta fórmula, radiodifusión asegurada.              

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