Entrevista – SCOTT MATTHEW: «Todo lo que necesitamos es amor»

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Enarbola el lema hippie de los 60, pero en su música se refleja el pesar de los 10, de esta década que tan bien pinta para todos. Scott Matthew nació en Queensland, Australia, pero actualmente reside en Nueva York. Fue miembro de la banda Elva Snow, que fundó junto al batería ‘ex-Morrisey’, Spencer Corbin. En 2006, varias de sus canciones aparecieron en la banda sonora de la provocadora película “Shortbus”, dirigida por John Cameron Mitchell, lo cual contribuyó a que se construyese en torno a él cierto perfil de artista de culto. Ahora viene a presentarnos “Gallantry’s Favorite Son”, un tercer trabajo con el que enfatiza su romántica y orgánica aproximación a la música, y que esta misma noche sonará en los Conciertos Sublimes de Vertical Pop en el Teatro Lara de Madrid (entradas aquí, también para su actuación en Murcia el día 29, y en Barcelona el 30).

Tengo entendido que pasaste por un proceso personal muy revelador a la hora de componer este disco.

Hay una canción en el disco que destaca especialmente por reflejar eso, «Sinking». Es una canción sencilla pero muy personal. Tiene que ver con la persona sobre la que habla, y con el momento y el lugar en que fue escrita, lo cual resulta realmente honesto para mí. Siempre me esfuerzo por alcanzar la honestidad en mis composiciones. Supongo que esa es la meta.

Entonces no tendrás métodos ni rutinas de escritura…

No, aunque a veces desearía que así fuera. Siempre que miro a mis canciones con perspectiva resulta un misterio para mí pensar en cómo surgieron. No he tenido formación musical, así que me acerco a la música de un modo emocional, no intelectual ni técnico. Es algo de lo que estoy orgulloso, pero me crea una sensación de inseguridad al no saber si podré repetir cosas que no sé cómo he conseguido hacer en el pasado. Afortunadamente, de algún modo todo termina surgiendo.

Tu música es muy melancólica, ¿suele dominar ese sentimiento en tus reflexiones?

Es realmente importante tener una vida emocionalmente equilibrada. No hay que negar ninguna emoción, ya sea tristeza o felicidad. Si son sensaciones reales hay que permitir que fluyan. La felicidad es la mayor parte de mi existencia, afortunadamente tengo una enorme cantidad de alegría a mi alrededor, pero tiendo a encontrar la belleza en los temas melancólicos cuando se trata de crear.

La tristeza es muy útil en los procesos creativos, pero cuando los problemas amorosos, por ejemplo, llegan a crear angustia, eso ya es otra historia… ¿Eres capaz de manipular incluso la ansiedad para hacerla artísticamente beneficiosa para ti?

Por supuesto. La gente ha usado esas emociones para crear durante siglos. Es una fuerza pura y una motivación para decir algo honesto. Creo que además, todos podemos sentirnos identificados con eso. Por ejemplo, si ves a una pareja llorando en la calle, en público, te invade la sensación de que están viviendo un momento de emoción pura y honesta. Para mí sería mucho más difícil fingir la tristeza.

Por algunas de tus letras, me da la sensación de que has tenido que lidiar con la infidelidad alguna vez.

Sí. Respecto a eso, nunca me preocupó el hecho en sí, sino las motivaciones que había detrás de ese acto. El engaño intencionado nunca es algo fácil de digerir, pero soy un gran creyente en el perdón. Me siento muy unido a aquello a quien he amado, he intento que eso siempre premanezca.

Volviendo al disco, ¿has conseguido lo que buscabas?

Lo escribí en momentos diferentes, en distintos lugares del mundo. Las críticas han mencionado que suena más ligero, y esa ha sido mi intención definitivamente, especialmente en el tema «The wonder of falling in love», un intento de hacer una canción pop ligera y romántica al estilo de Bart Bacharach. La grabación se hizo en diferentes estudios de Brooklyn en poco meses. Aunque fue una lucha contra el tiempo y contra la falta de dinero, creo que hicimos lo mejor que pudimos y estoy personalmente muy feliz con el resultado.

¿Sueles coincidir con tus fans en cuanto a cuáles son las mejores canciones de cada disco?

Hay unas cuantas canciones que encantan al público, pero me siento muy agradecido cuando alguien hace un elogio a un tema inesperado. Lo que más me gusta es que triunfen los perdedores.

“No place called hell” refleja un gran hastío por el fanatismo, ya sea religioso, político, etc. ¿Qué mundo crees que nos espera en el futuro cercano?

Me hago la misma pregunta que tú, pero elijo ser optimista y pensar que todo va a mejorar. Todo lo que necesitamos es amor.

Háblanos sobre tu creciente relación con el ukelele.

El ukelele ha sido un gran amigo estos últimos años, y no paro de encontrar nuevas formas de utilizarlo en mis composiciones. Definitivamente tiene una versatilidad mucho más amplia de lo que la mayoría piensa. Puede sonar como un instrumento folk, y también puede ser utilizado como un arpa. Además, es maravillosamente fácil de tocar.

Para terminar, ¿crees que algún día las propuestas con base folkie volverán a pasar de moda? Ya sabes que en la industria siempre hay ciclos…

Estoy de acuerdo en que hay fases y modas pasajeras respecto a qué tipo de música es popular o «hip», pero lo que yo creo es que si creas algo puro y honesto, independientemente del género, la gente responderá.

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