Crónica – Concierto de STEVE LUKATHER (Sala Heineken de Madrid, 20 marzo)

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La nueva era del virtuosismo tedioso

El ex guitarrista de Toto se presentó con el aura de superestrella que le proporciona su condición de guitarrista superior, un mito de las seis cuerdas que ha compartido escenario y sesiones de estudio (de grabación de discos superlativos) con todas las estrellas del firmamento habidas y por haber, desde el rey del pop Michael Jackson a divas como Barbra Streisand, Aretha Franklin, Whitney Houston, Diana Ross y Cher, pasando por un larga nómina de artistas del olimpo, que incluye nombres tan afamados como Paul McCartney, Elton John, Peter Frampton, Michael Bolton, monstruos de la guitarra: Eddie Van Halen, Jeff Beck, Eric Clapton o Santana, e ídolos rockeros de la talla de Alice Cooper, Rod Stewart, Joe Cocker…  Noche de rock elegante a priori, rodeado de un cuarteto de lujo compuesto por la bajista afroamericana Renee Jones, más el concurso de Steve Weingart a los teclados y Eric Valentine a la batería, a la sazón un cuarteto de músicos virtuosos y curtidos en la materia, que se diluyeron luego en meros fuegos artificiales y fallas de colores, visto el desarrollo posterior que registró el encuentro.

Convendremos que como guitarrista, Lukather no tiene precio, pues es capaz de arrancar del mástil una catarata de notas insuperables a cargo de un instrumentista con más técnica armónica que Xavi, Iniesta y Messi juntos. Pero a diferencia de la santísima trinidad blaugrana, el juego de toque y pase que se marca Lukather está mas cerca de la new-age trasteada (sideral e inalcanzable para el común de los mortales) que de un concierto hard-rockero al uso (que era lo que todos esperábamos) y lo deseado por la mayor parte de los asistentes. Huelga decir que la velada nos aburrió una barbaridad, algo parecido a una clinic de guitarra para atletas de seis dedos, sin la energía y fuerza rítmica que le pone Satriani (por citar un ejemplo) a sus descargas en directo. Demasiada especulación y juego horizontal, sin la profundidad melódica que Toto derrocha en vivo. Del repertorio se salvaron piezas como “Darkness in my Word” o “On my way home”, pertenecientes a su último elepé “All’s well that ends well”(10), y la excelsa “When my guitar gently weeps” de George Harrison. Si bien está lo que termina bien, la próxima vez mejor será programarle en certámenes de público adulto y acaudalado como los Veranos de la Villa, donde el guitarrista podrá lucirse junto a vetustos del jazz como George Benson o Herbie Hancock y velocistas de la guitarra como Pat Metheny. Y así todo quedará en casa.

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